A veces te despiertas y lo sientes de inmediato: hoy no es tu día. Estás cansado, tu cuerpo se siente pesado y tu cabeza está llena de excusas. Desplazas un poco, ves a otros dándolo todo en el gimnasio, y esa vocecita comienza: “Hoy lo salto. Mañana lo retomo.”
Pero aquí viene la respuesta dura y honesta:
Disciplina > motivación. Siempre.
No vas a tener ganas todos los días. Nadie las tiene. Incluso las personas más en forma que conoces, incluso los atletas que sigues — no entrenan porque se despierten cada mañana con una motivación ardiente. Entrenan porque tienen una cita consigo mismos. Y esa cita no se rompe así como así.
Cada vez que decides ir, incluso cuando no tienes ganas, construyes algo mucho más fuerte que los músculos: carácter.
Te demuestras a ti mismo que puedes confiar en... ti mismo.
¿Y sabes qué es lo bonito?
¿Ese único entrenamiento al que entraste a regañadientes?
A menudo se convierte en tu mejor entrenamiento de la semana.
Porque luchas. Porque ganas a esa vocecita.
Entonces ponte esos zapatos.
Haz el calentamiento.
Da el primer paso.
No porque tengas que hacerlo. Sino porque lo vales.
Vamos a por ello. Sin excusas. Solo progreso.